Es poco común crear nuevos amigos y amigas a mi edad. En general ellos y ellas han sido establecidos ya a través del tiempo, de innumerables experiencias compartidas, de situaciones similares, de intereses más o menos convergentes, etc.
Nada de eso sucedió con Peco. La conocí a través de un grupo que Rafael Edwards había formado a raíz de la pandemia en 2020 y del cual participaba asiduamente por el tipo de estudios que hacíamos y por la afinidad que existía con todos los participantes. Ella se integró un poco después que el grupo se había formado y por esas razones inexplicables, tuve con ella una experiencia de afinidad inmediata. Yo ya la conocía de nombre, décadas atrás y a principios de los años setenta, fuimos muy amigos y compinches con su hermano Tomas.
Jamás nos conocimos presencialmente hasta el año pasado, 2022 en Abril cuando fui de visita a Chile. Almorzamos en el restaurante chino de preferencia mutua de ella y Rafa y fue un encuentro muy sencillo, con profundidad en lo que conversamos y a la vez supe de inmediato que seríamos amigos para siempre.
¿Por qué te llaman “Peco”? - le pregunté un par de meses atrás en nuestra reunión de Zoom.
Por “Pecos Bill” - me respondió de inmediato con una enorme sonrisa.
Como se dio cuenta rápidamente que no había entendido, me explico que cuando era niña, le gustaba jugar como los niños hombres y sus padres le compraron “Pecos Bill” que era el sobrenombre de los pantalones de vaqueros que los hombrecitos usaban - probablemente imitando a los vaqueros de USA.
Así, sin aspavientos Peco me dio a entender su apodo y no pude resistir la tentación de hacer más preguntas. Después de todo, ella era una persona que acababa de conocer y la pude ver en sus descripciones y en todo lo que conversamos sobre ella después de aclarado lo de Pecos Bill. Lo que más admiro de ella es esa capacidad de ser sencilla y sin proponérselo. Si algo no entendía, lo decía. Si algo le parecía bien, lo decía. Si algo le parecía mal, también lo decía sin ningún problema. Peco es y era transparente
Digo “es y era” porque ayer me dieron la triste noticia que Peco había partido a otro tiempo y otro espacio debido a un accidente automovilístico. No supe como reaccionar a la noticia. Me dieron unas enormes ganas de llorar, cosa que no he hecho por nadie que ha partido. Me dije muchas veces a mi mismo que esto no era posible. No estaba preparado para despedirme de Peco. Recién la empezaba a conocer. No puede ser…me dije una y otra vez.
Poco a poco me fui calmando pero no pude evitar el reconocimiento de que Peco se había hecho tan fuertemente parte de mi vida, que verdaderamente me sorprendió. No me sorprendo a menudo y ha sido bueno. He descubierto algo importante dentro de mí que todavía no lo entiendo muy bien pero tampoco intento entenderlo. Tengo la intuición de que va por ese lado en donde los acontecimientos y los sentimientos se encuentran y la lógica y la comprensión intelectual quedan de lado, sin poder explicar hechos al parecer tan comunes y absolutamente certeros para todos los seres humanos que han vivido, están viviendo y vivirán en este planeta. La muerte es algo seguro. Al menos la muerte de nuestro cuerpo físico, pero el saberlo no me ha dado ningún consuelo. Sentí una gran tristeza por su partida y me quedé en ese estado por mucho tiempo hasta que Fern - nuestra perrita - vino a lamerme la cara para decirme que por favor la sacara a caminar.
Salimos a caminar con Fern, básicamente porque yo lo necesitaba más que ella pero hacía frío y estaba oscuro. De súbito, las nubes se disolvieron y una luna llena hermosa y resplandeciente iluminó todo el cielo. Miré a la luna y vi a Peco sonriendo de oreja a oreja. Me hizo reír a mi también y ahí pude despedirme de ella mientras su cara me decía que todo estaba bien. Una y otra vez miré la luna y tuve la sensación de que cada luna llena que vea en el futuro, estará con la cara y la sonrisa de Peco.
Estoy seguro que para muchos Peco ha sido una amiga, madre y abuela increible y profundamente apreciada y querida. Para mi, es la última amiga que he hecho y la recordaré para siempre con su sonrisa de luna llena y sus pecos bill de niña que indudablemente quedaron en un pasado que se transformó en una mujer que además de ser madre, hija, amiga y abuela, ha sido una mensajera excepcional e inspiradora.
FOTO DE RAFAEL EDWARDS