En 1970 circuló un pequeño folleto con las enseñanzas básicas de un hombre llamado “Silo”. Un argentino de unos treinta y tantos años que acababa de celebrar una reunión pública en la frontera entre Argentina y Chile, muy cerca de un pequeño pueblo llamado “Punta de Vacas”. Su charla se tituló “La Curación del Sufrimiento” y fue una extraordinaria forma de abordar temas de los que nadie hablaba en los años sesenta.
En el folleto mencionado anteriormente había algunos puntos que vale la pena abordar hoy porque, en mi humilde opinión, son revolucionarios. Sí, revolucionarios en términos espirituales.
Aquí hay un extracto:
“Para lograr la paz hay que empezar con uno mismo. Se lleva la paz, la tranquilidad y la alegría a la propia conciencia cumpliendo con los Mandatos*, meditando cada día y buscando siempre el lado bueno de las personas y las cosas.
Cristo dijo: "Perdona a tus enemigos".
Silo enseña ahora que no basta con perdonar sino que es necesario buscar el lado bueno del enemigo. Si otra persona, pese a todo, sigue siendo mi enemiga, ella no tiene la culpa sino yo porque no he descubierto su parte buena.
Sucede igual con las cosas feas y los hechos adversos. Si me preocupo por buscar lo bueno y lo bello en las cosas y en los hechos, no estoy en la resignación sino en el optimismo y la alegría.”
Me sorprendí a mí mismo con estas consideraciones, especialmente cuando leí sobre la “Paz en la conciencia”. No habla Silo sobre la paz en general, sino en la conciencia de todo ser humano y es precisamente ahí, donde comienza el trabajo de elevarnos espiritualmente. Curiosamente todo esto sucede al mismo tiempo en que el planeta entero está dividido y después de dos guerras enormes, con grandes dificultades hemos podido conservar una paz bastante precaria y en la raíz de todas las pequeñas guerras que se han sucedido, están las grandes religiones que conocemos hasta ahora. Todas estas religiones tienen sus preceptos o mandamientos muy bien escritos en multitudes de libros sagrados y todos ellos consideran que matar es una aberración. Sin embargo todas esas frases en libros sagrados, en la práctica son olvidados y en el nombre de las religiones siguen matando a miles de seres humanos. No importa cual es el pretexto - siempre tiene que ver con un pedazo de tierra - a pesar de que hay tierra para todos. En el nombre de los dioses de todas las religiones se va en contra de los mismos preceptos que predican convirtiendo las enseñanzas en una hipocresía sin límites.
Creo que no hay error más profundo que la hipocresía y es un error de la conciencia. Lo peor es cuando se convierte en algo aceptado y a veces hasta justificado, por no decir santificado.
Dejando de lado toda esta increíble hipocresía y volviendo al tema de lograr paz en uno mismo, parece adecuado sostener que es la violencia interna la que hay que transformar y es esa violencia que produce sufrimiento por su raíz posesiva y esta violencia sólo puede retroceder enfrente de la fe interna y la meditación interna. Ambos términos difíciles de definir precisamente porque han sido monopolizados por las religiones, pero aquí se aclara que esa fe es interna y que esa meditación es interna.
Mucho se habla sobre la fe y poco se practica. Más se habla en estos tiempos sobre la meditación, pero poco se practica. La fe interna es algo que se construye y lo mismo sucede con la meditación interna. Uno va descubriendo el mundo interno en la medida en que uno lo observa sin prejuicios y con el interés profundo de ser mejor. No existe en la meditación interna la culpabilidad o el razonamiento. Por ejemplo, uno medita sobre las dificultades que uno encuentra diariamente y cómo esas dificultades me hacen crecer internamente. No me detengo a explicar las dificultades y tampoco busco razones para su existencia. Solo me concentro en el hecho que me dificultan y como hago para convertirlas en una fuente de crecimiento interior. Hay todo un mundo de meditación interna que voy profundizando y descubriendo. Me puedo preguntar diariamente por quién soy y adonde voy - por supuesto internamente. Pregunto y me respondo. Eso es meditar. Medito también cuando reflexiono en que no hay sentido en la vida si todo termina en la muerte y por consiguiente es imperativo encontrar el sentido - la dirección - a mi vida, no como algo estático sino como un proceso de crecimiento interno afianzado mi fe en lo mejor de mi, lo mejor de otros y lo mejor de la sociedad en que me toca vivir. Todo esto es meditación y poco tiene que ver con abrir o cerrar los ojos, con posturas especiales o con objetivos especiales. Al meditar de esta forma voy descubriendo la paz en mi interior y experimento inspiración.
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* Mandatos: NO mientas. NO mates. NO robes. Sé fiel. Logra la paz en ti y en los demás. Piensa, siente y actúa en la misma dirección. Purifica el deseo
Septiembre 2025