Cuando leí el trabajo de mi amiga Karen que tituló “La Ruptura” o “La Brecha” no pude dormir esa noche por el impacto que me produjo. Fue un momento de reconocimiento total, de inspiración y de un profundo deseo de proyectar esta comprensión en mi presente y futuro.
Ha sido muy importante para mi comprender todo esto, por lo tanto en ese momento solo pude escribir un poema muy sentido, pero también me di cuenta que es mucho más que eso y con el tiempo, las comprensiones y búsquedas compartidas con otros y otras sobre este tema empieza a perfilarse - al menos en mí - una sospecha que esta ruptura está en vías de ser el elemento aglutinante de una identidad que nos hace realmente ser parte de un conjunto, de un género humano y que va más allá de las definiciones clásicas. Intuyo que un “nosotres” no es solo una explicación que va de acuerdo con lo epocal sino que realmente podría desarrollarse en una nueva forma de relación entre los seres humanos que verdaderamente vamos comprendiendo que somos una sola especie y que existimos porque otros existen.
Muy sintéticamente y en mis palabras resumo parte de lo que Karen escribió sobre la ruptura y como me ha ido afectando hasta ahora.
En un momento de nuestra historia humana, miles de años atrás se produjo una ruptura en nuestro concepto de género humano y apareció una división que no tenía existencia previa. Aparece el patriarcado y con él se abre una brecha entre lo femenino y lo masculino que lleva a la humanidad entera por un camino de mucha violencia, de mucha imposición del poder del hombre sobre el resto y especialmente la mujer. Un periodo en donde las diosas son desplazadas por dioses masculinos y que los atributos más espirituales y esenciales también quedan desplazados por la obsesión de la conquista, de la expansión territorial y del dominio del “hombre” sobre el resto.
Pero dejando de lado todo esto que sabemos, esos atributos, esas sensibilidades internas mentales y psicosociales, que existían durante los matriarcados originales, fueron bloqueadas y están ausentes, pero no perdidas completamente. Es necesario rescatarlas y darles vigencia universal porque esa brecha abierta en nuestra especie humana no admite continuar un proceso espiritual ascendente y de cierta forma, no permite avanzar en la superación de la venganza.
Y por eso mismo, es indispensable reflexionar en la enormidad de este concepto de que somos un solo género humano. Lo femenino y masculino son aspectos de una sola esencia. Casi me atrevería a decir que si fuéramos más cuidadosos con nuestro mundo interno, llevamos lo masculino y lo femenino “dentro de nosotros” en proporciones desiguales. Si existiera un equilibrio en esas dos fuerzas que nos constituyen como género humano, habríamos avanzado enormemente y siento que es en esa dirección que nuestro futuro como humanidad debería ir.
ILUSTRACIÓN DE RAFAEL EDWARDS