Contemplando el jardín en una mañana de primavera hace unos días atrás, súbitamente tuve la impresión de que todo lo que estaba viendo estaba organizado perfectamente. A pesar de la diversidad enorme entre todas las plantas, las flores, los arbustos, los árboles, etc., todo crecía y se multiplicaba en un orden hermoso, armónico e inspirador.
Entonces me tuve que preguntar si lo que yo veía era así como se me presentaba, o era mi conciencia la que organizaba todo de esa forma. En otras palabras, todo ese orden tan armónico e inspirador estaba en la naturaleza misma del jardín o era yo el que lo percibía de esa manera.
No me di ninguna respuesta inmediata porque en ese momento me pareció más adecuado seguir preguntando. Las rosas y casi todas las flores que estuve observando crecen desde un centro hacia afuera, pero tanto “el centro” como “el fuera” son conceptos que existen en mi conciencia y a lo mejor en otro mundo no existen ni los centros ni el adentro, el afuera, el espacio, la noche, el dia y todos los otros miles de conceptos que me hacen tener una visión de lo que está “en” mí y “fuera” de mi. Peor - o mejor - aún, como puedo saber con certeza de que verdaderamente existe un afuera y un adentro si todo lo percibido por mis sentidos está siempre configurado por lo que he aprendido y por lo que recuerdo.
Seguí preguntandome y me di cuenta que el preguntarse simplemente es algo que normalmente no hacemos. Estamos tan condicionados a responder que me sorprendí de esta forma de estar en el mundo (por decirlo de alguna manera) y de comprender aunque fugazmente que en realidad estaba teniendo una experiencia muy sencilla de “apercepción” - como se llama a este fenómeno de caer en cuenta que todo lo que percibimos a veces puede incluir al que percibe. Entonces uno escucha una música, o ve una flor, o una fragancia es percibida y al mismo tiempo uno se da cuenta que está percibiendo todo eso. Al hacer eso intencionalmente - el percibir a través de los sentidos al mismo tiempo que uno se “percibe a sí mismo”, es interesante porque produce en uno una sensación de estar presente que supera lo habitualmente conocido como “estar presente”.
Así, sumido momentáneamente en esta sensación de real presencia, también tuve una intuición. Además de todo este entendimiento sobre los conceptos y el mundo que me rodea, tuve la intuición de que verdaderamente hay un orden en todo lo existente. Uno tiene intuiciones, o como se llamen estas experiencias, de todo tipo y en general no pasan de una expectativa, de un adivinar algún evento del futuro, etc. y esta vez se me presentó de manera distinta. De cierta forma en que al estar comprendiendo mi relación con el mundo, se dio esa intuición que no era algo exacto sino más bien un sentir difuso pero cierto de que todo tiene un orden, una dirección y un sentido…incluyéndome.
Esa estructuralidad (así se refiere mi amiga Isabel a este otro fenómeno), no explica la inclusión de uno mismo en el acto de percibir sino la inclusión de los opuestos que existen en lo percibido. En otras palabras, el adentro y el afuera son parte de una estructura indivisible en su verdadera esencia. Existen como conceptos separados porque necesitamos entender y nombrar lo que percibimos y si, se manifiestan de forma separada pero no existen verdaderamente así. Esa existencia estructural de lo percibido a veces se revela y es cuando tengo esa comprensión más profunda que existe algo más allá de lo que percibo porque de otro modo no podría explicarme la intuición de que eso existe. Este fenómeno llamado “intencionalidad” * fue parte de la enseñanza escolástica de la edad media y reflotada en el siglo XIX por el suizo Brentano ** y explica que en todo acto de conciencia existe una intencionalidad referida al objeto pensado. Uno no solo piensa, sino que el pensar es siempre sobre algo y ese algo es un “objeto” para la conciencia. De este modo el acto de pensar y el objeto pensado pasan a ser una estructura llamada “acto - objeto”. Para la conciencia esto de los actos y los objetos es importante porque explica su funcionamiento, sus mecanismos y sus posibilidades de trascender estos mecanismos y en esa posibilidad aparece una nueva forma de ver al mundo y de estar en el mundo. Todo esto que torpemente trato de explicar a partir de una simple observación, fue magistralmente expuesto en una serie de tres conferencias dadas por Silo en el año 1972 en Argentina y Chile. Se llamó a esas conferencias “Meditación Trascendental” *** y ha sido para mi uno de los hitos más importantes de mi vida porque abrió una puerta a temas que nunca imagine podrían ser tan profundos espiritualmente hablando.
De hecho, el concepto simple de “estructura” es algo que tiene un alcance espiritual insospechado cuando es solo un concepto, pero en su aplicación práctica en el mundo de los seres humanos, revela una dimensión mucho más amplia en donde los opuestos se reconcilian y todo lo existente se ordena en un sistema que lo comprende todo. Esto no es menor, especialmente cuando el derivado más importante se expresa a través del principio de solidaridad que invita a tratar a los demás como uno quiere ser tratado y de ese modo uno se libera. O el principio de conformidad que explica que si el invierno y el verano, el día y la noche, están bien con uno, entonces hemos superado las contradicciones. Y finalmente (para hacer este escrito breve) el principio de negación de los opuestos: No importa en que bando te han puesto los acontecimientos, lo que importa es comprender que no has elegido ningún bando.
Volviendo al jardín de las flores y plantas, volviendo a esa observación simple de la naturaleza y volviendo a esa intuición de que existe un orden que lo comprende todo al mismo tiempo que me doy cuenta de todo eso, tengo que seguir estas intuiciones porque ellas tienen el poder de acercarme a una comprensión del mundo que es inspiradora y en un cierto sentido, una fuente de reflexión que la considero como insustituible.
Finalmente - a pesar de que no hay ningún fin en todo lo que digo, caí en cuenta que esta intuición a la cual había accedido es algo que no me pertenece en absoluto, sino más bien, algo que pertenece al género humano cuando las compulsiones se aquietan, el ruido interno se acalla y esa sensación de estar presente en el mundo se acentúa.
Es en esa especie de silencio interno que estas intuiciones se manifiestan. Un silencio interior que también pertenece al género humano y que gracias a él, la posibilidad de adquirir nuevas perspectivas es posible.
* https://es.wikipedia.org/wiki/Intencionalidad
** Franz Clemens Honoratus Hermann Brentano (Boppard, 16 de enero de 1838 - Zúrich, 17 de marzo de 1917) fue un filósofo, psicólogo y sacerdote secularizadoa1 alemán, hermano del economista y reformador social Lujo Brentano y sobrino del poeta y novelista alemán Clemens Brentano y de su hermana Bettina von Arnim. Discípulo de Bernard Bolzano, defendió la tesis de la intencionalidad como rasgo característico de los fenómenos psicológicos (a diferencia de los fenómenos físicos), dando lugar a la llamada «escuela austriaca de la psicología del acto», en la que se encuadran psicólogos como Alexius Meinong o Christian von Ehrenfels, precursor de las «Gestalten» –que serían posteriormente tematizadas por los psicólogos de la Gestalt–.2 En sentido más amplio, se habla de la «escuela de Brentano» para referirse al numeroso grupo de intelectuales que recibieron el influjo de Franz Brentano y que dan lugar a nuevas escuelas, entre los que se cuentan Edmund Husserl (fenomenología), Sigmund Freud (psicoanálisis) o Rudolf Steiner (antroposofía).3
*** Quinto paso
“Ver en la memoria la tendencia”.
La forma mental es intencional y trabaja actualizando memoria. Descubrimiento de la intencionalidad que liga actos a objetos mentales y de la acción de la memoria sobre toda la estructura acto-objeto.
Ver en la memoria la tendencia. Experimenté que toda representación y, en general, todo objeto de conciencia, está relacionado con actos. Y que las retenciones de la memoria se actualizan de continuo frente a cualquier nuevo acto que se proponga a la conciencia. Todo acto de conciencia trabaja con retenciones, actualizaciones o protensiones.
Es decir la conciencia trabaja recordando, actualizando, o futurizando. Existen innumerables combinaciones de tiempos en la conciencia. Pueden existir tiempos de conciencia “pasado-futuro” pero que yo actualizo a la vez. Por ejemplo: en este momento, ahora, recuerdo cuando era niño, qué pensaba ser cuando grande: ingeniero. ¿Observan ustedes? Combinaciones de este tipo son muy frecuentes en la conciencia. Todo acto de conciencia que se mueve en el instante presente, siempre va involucrando protensiones y retenciones. Todo acto de conciencia, aun cuando trabaje futurizando, lo hace siempre actualizando memoria. Los datos que tengo para futurizar son también datos grabados en la memoria, y la imagen del futuro que pueda tener y los proyectos que yo alimente, están basado en datos de la memoria.
Si ustedes se imaginan el mundo del año cinco mil, de todas maneras lo imaginan con datos que tienen grabados y que ustedes combinarán de modo especial. Producirán síntesis que, claro, no se dan en la vida cotidiana de hoy mundo siglo veinte, pero trabajarán con los datos grabados en la memoria. Esta tendencia de la memoria a surgir, a completar actos, es inevitable. Y no depende de ella misma. Allí descubrí el mecanismo de intencionalidad que se manifiesta también, por sobre todo, en la memoria. (pág. 75-78 libro de M.T. - Silo).