En 1998 escribí una novela bastante autobiográfica e indudablemente aburrida para prácticamente todo el público ya que el interés mayor que en ese momento tuve, no fue el de escribir sino el de tratar de entender mejor lo que me había sucedido en mi vida. Creo que de alguna manera lo logré ya que adquirí una perspectiva distinta sobre los acontecimientos de mi vida y eso siempre es bueno. Uno de los capítulos fue titulado “El dinero es todo” y la verdad es que al leer el capítulo nuevamente, no se entiende muy bien porque le puse ese nombre ya que no es algo explícito sino sugerido. Bien sabemos cómo funcionan las sugerencias…bastante mal por lo general.
Hace algunas semanas ese título ha vuelto a rondar en mi cabeza pero de una manera distinta de hace 25 años atrás. Esta vez no es tan vago sino algo que aparece todos los días y explícitamente en conversaciones, lecturas, intercambios y especialmente cuando contemplamos el espectáculo deplorable de un sistema global en crisis. Un sistema que ha abandonado al ser humano casi por completo y el valor central, indiscutible y perversamente aceptado, es el dinero.
Todo se arregla y se destruye con dinero y esto que parece ser solo una especie de slogan medio izquierdista para los partidarios de lo político y “liberal” para los más “conservadores”, ha dejado de serlo y es ahora una realidad definitivamente asfixiante, nefasta y trae consigo un deterioro del tejido social que recién entonces estamos des-cubriendo. Es solo la punta del témpano. Lo más significativo es que no tiene nada que ver ni con lo político o lo no político. Es un asunto estrictamente ético pero hemos sido enseñados a pensar que lo ético corresponde casi a lo religioso, de manera que nunca vemos las raíces de los problemas. Nos quedamos en las superficies que solo aceptan etiquetas, descripciones dudosas o frases hechas correctamente aceptadas y sin ninguna profundidad.
No hay ética que valga sino se toma en cuenta al ser humano. Es precisamente el ser humano el que puede crear, aspirar y construir una ética a su servicio y no al revés. A pesar de todos los esfuerzos hechos por imponer una ética a través de la historia, esos esfuerzos han sido en vano. Precisamente porque lo ético no es algo impuesto, no puede venir ni de lo alto o de lo bajo, sino de los seres humanos en relación recíproca con otros seres humanos. Quiero decir que una ética solamente funciona cuando proviene de una comprensión sencilla que lo más importante es el ser humano y eso que digo se registra verdaderamente cuando el trato que doy a otros es el trato que yo quiero para mi. Este valorar al otro como si fuera uno, es la base de una ética al servicio de la humanidad.
Si lo ético ha dado nacimiento a los “derechos” con todas las complicaciones y virtudes del caso, es significativo si esos “derechos” comienzan y terminan en los individuos. Desgraciadamente no es así. El sistema socio económico en que vivimos considera los “derechos” simples de las personas mucho menos de lo que considera los derechos de una corporación o negocio cualquiera. Todo esto que se lo llama “libre mercado” en términos económicos y está basado en el concepto de “competencia” que da libre entrada a la explotación de los que detentan el capital y los recursos, está a punto de desintegrarse porque no da respuesta a los problemas de las sociedades de hoy y está en franco deterioro, especialmente en las nuevas generaciones. Si existieron en su momento algunos beneficios de este sistema económico, hoy en día no existen. No puedo alargarme en paginas y paginas explicativas de como este edificio economico se esta derrumbando pero creo que es bastante evidente para todos que el desempleo, la violencia física, la drogadicción, la falta de techo y salud en sociedades supuestamente “avanzadas”, la sensación generalizada de inestabilidad y peligro, la imposibilidad de cuidar el medio ambiente, la desigualdad enorme entre ricos y pobres, son la evidencia que este sistema ha fracasado rotundamente.
Los fracasos son positivos si se los reconoce como tales. Dan la posibilidad de entrar a una nueva etapa. Si no se los reconoce, entonces son destructivos y generan todo tipo de violencia. Está por verse cómo enfrentaremos esta crisis pero sin duda alguna y siguiendo la mecánica de la historia brillantemente presentada por el filósofo Ortega y Gasset, serán las generaciones que en este momento están sin acceso al poder las que decidirán estas cuestiones. Es posible que un nuevo paradigma aparezca. Es posible que una nueva ética aparezca y desplace la competencia en favor de la colaboración. Es posible que mis derechos empiecen y terminen en los derechos del otro. Es posible que lo comunitario tenga un valor más profundo que lo individual. Es posible que las corporaciones desaparezcan y den paso a las cooperativas. Es posible que el trato que demos a otros será de acuerdo a cómo queremos ser tratados.
De hecho, todo es absolutamente posible si hay una transformación interna en los individuos y verdaderamente se construye una sociedad a partir de lo que nos hace verdaderamente humanos. Nada de esto se puede imponer. Necesita nacer, crecer y desarrollarse a partir de un centro de gravedad que es interno y que corresponde a todo ser humano. Es un centro de gravedad que tiene como valor central -- o sea ético -- el tratar a los demás como uno quiere ser tratado. Es a través de esta acción y registro verdadero que se comprende lo divino, lo sagrado, lo ético y todo aquello que se busca fuera de nosotros, sin darnos cuenta que en realidad está adentro y presente en cada individuo que nace en este planeta. Cuando seamos capaces de reconocer todo esto, es cuando se puede producir una ruptura histórica y construir un mundo nuevo en base a lo que nos hace verdaderamente humanos.
Este reconocimiento es accesible a todos sin distinciones de ningún tipo y si se hace un pequeño silencio interno, puede expresarse en el mundo en que vivimos.
El dinero es solo un instrumento y como tal puede ser usado de muchas formas. El uso y abuso que se le ha dado especialmente en el siglo anterior y en el que estamos, nos ha llevado a la crisis -- que muchos no ven ni quieren ver -- pero que indudablemente se está manifestando y seguirá manifestándose hasta que se produzca verdaderamente esa ruptura histórica de la cual hablábamos en donde todo poder de uno o más seres humanos sobre otros seres humanos sea abolido. “Cuando se elimine socialmente la posibilidad del ejercicio del poder del hombre sobre el hombre, las generaciones cesarán en su milenaria lucha, para ejercer únicamente el poder sobre la naturaleza. Ese será el momento de la ruptura del encadenamiento histórico” ** y una nueva “forma” de relación aparezca y sea efectivamente el centro de gravedad de una nueva civilización.
Me parece importante aclarar que el “poder sobre la naturaleza” es el poder de la protección y no de la extracción. El medio ambiente -- o naturaleza -- al ser parte intrínseca nuestra, necesita del mismo cuidado que nuestro cuerpo necesita. Si hasta ahora hemos contemplado el suicidio con una angustia inexplicable, no es diferente a la forma que se ve al medio ambiente. Y esto es así porque la estructura ser-humano-medio es indivisible. La estructura humanidad-planeta es igual. La estructura sol-sistema planetario, lo mismo y así siguiendo. Nada existe en el vacío, nada existe por sí mismo. Toda existencia está en relación dinámica con otras existencias de diferente constitución y magnitud. La posible armonía entre existencias produce las mejores condiciones para cualquier desarrollo, pero esto es un tema para otra divagación. Por ahora, “el dinero es todo” y todo esfuerzo por una situación distinta, empezando por nosotros mismos y el trato que damos a otros, podría en definitiva cambiar esta ecuación desproporcionada en que nos encontramos. Esto tan sencillo se llama verdadera Solidaridad y es la contrapartida al egoísmo, el aislamiento, la competencia, la explotación, la desconfianza, la discriminacion y el abuso.
Veremos…
ILUSTRACIÓN DE RAFAEL EDWARDS